jueves, julio 27, 2006

American Bar, su casa

En aquella época, estando en la UCV, nos veníamos al barrio el puerto, profes y alumnos, para incursionar en el barrio rojo porteño. La primera parada lo constituía una estancia en el Rolland Bar, lugar en el que se encontraban jóvenes de las distintas universidades de Valparaíso. Allí, se filosofaba, se conversaba y analizaba la realidad del momento, en fin, era un lugar apropiado para conocer gente importante, intelectualmente, se entiende. Pero era también el preámbulo o la espera obligada para dirigirnos, luego, al American Bar. Hacíamos la hora para ver el show.
El viejo Canales ya nos conocía y nos reservaba una mesita aledaña al mini escenario. No era un local muy grande, aunque la verdad es que siempre lo vi en penumbras. El centro iluminado era el escenario, donde se iban turnando chicas que, haciendo gala de toda una rutina lamida por el tiempo, se despojaban de sus vestimentas hasta quedar totalmente desnudas. Pero había también números musicales, aún recuerdo un conjunto de rock cuyo baterista era realmente excelente, no sólo por su habilidad sino también por sus aptitudes histriónicas que hacían reír de buena gana a los espectadores.
Ahí, junto a la escalita por donde subían y bajaban las chicas, nos servíamos sendas cubas libres o, simplemente, cervezas. A más de alguno se le sentaba en las piernas alguna de las niñas de la casa y comenzaba a acariciarlo mientras los demás nos moríamos de la risa.
Ahí nos quedábamos hasta que el local cerraba. A un par de horas de la salida del sol, partíamos hacia la universidad. No sé cómo aguantábamos tanto; pero igual atendíamos a las clases del día, incluso las de aquellos profes que habían compartido con nosotros la ronda nocturna.
"American Bar, su casa" un anuncio que se nos quedó grabado en nuestra memoria y que, de una u otra forma, añoramos con inusitado afecto.