domingo, junio 21, 2009

Atardecer porteño



Los cerros de Valparaíso constituyen un verdadero anfiteatro para observar las maravillas de la naturaleza. Uno de los mensajes más bellos que Dios nos regala cada día, es el atardecer porteño. He vivido en Playa Ancha y en Esperanza y nunca me he perdido este hermoso espectáculo.
Recuerdo más de algún pololeo vivido en el paseo 21 de mayo o en la avenida altamirano, esperando este efímero momento en que el sol se retira al descanso y la noche anuncia su venida. Un momento mágico, lleno de sensaciones gratas. Instantes propicios para declarar el amor, dar un beso o, simplemente, observar ese concierto de tonos anaranjados, tomados de la mano o abrazados. Romántico ¿verdad?
Quisiera que, cuando Él me llame a su morada, pueda hacerlo en una embarcación, navegando hacia altamar, enfilando la proa hacia ese horizonte naranja. Será como adentrarse en la maravilla de esa otra dimensión, eterna y colorida.