domingo, agosto 26, 2007

Porteña buenamoza


"Porteña buenamoza, no me hagas sufrir más" dice una popular canción dedicada a nuestro puerto. Recuerdo que mi abuelo daba una explicación bastante cercana a la realidad para destacar las lindas piernas de las porteñas: suben y bajan escalas todo el día, un buen ejercicio para tornear bellas extremidades.


Las porteñas tienen ojos llenos de mar, su mirada es húmeda y serena. ¿Has visto una porteña mirando al mar? Sus cabellos revolotean con el infaltable viento, sus ojos se llenan de azul y su piel toma ese hermoso tono barquillo que tanto envidian las santiaguinas.


Pololear con una porteña es embarcarse en un viaje romántico por los balcones que pululan en los cerros, siempre mirando al mar. En esos lugares, en los que el verdor contrasta graciosamente con las espumas que las olas lanzan sobre las rocas, besamos esos labios ligeramente gruesos y salobres, y sentimos, a lo lejos, los graznidos burlones de las gaviotas.


Porteña, hermosa sirena robada al mar, dame tu mirada de peces y tu caricia de huiros, abrázame amorosamente para adormecerme en tus cálidos pechos y soñar contigo viajes a lugares ignotos por los senderos marinos.

lunes, enero 22, 2007

Verano porteño

Y se nos vino enero y el puerto se ve visitado por gentes de los más variados orígenes. En Valparaíso el verano adquiere un encanto especial ya que, aun cuando la cantidad de visitantes es bastante alta, se mantiene ese ambiente moderado y provinciano que permite quedarse en la ciudad. No le pasa lo mismo a los viñamarinos quienes, muchos de ellos, "arrancan" de la ciudad, especialmente si lo que se busca es tranquilidad.
Valparaíso es una gran mano que avanza hacia el mar para recibir a sus visitantes. Muchos cruceros recalan en su puerto, trayendo infinidad de turistas que, cual hormigas, recorren las callecitas de adoquines para empaparse de esa magia que ha hecho tan especial a nuestra ciudad.
Hoy es posible alojarse en algún cerro de este anfiteatro y caminar por calles y escaleras que conducen a destinos insospechados. Se puede comer en interesantes "picadas" para probar la cocina propiamente porteña en la que destacan los productos marinos.
Los ascensores -funiculares- de Valparaíso son, también, una buena forma de dar un salto a la aventura. Se llega a cerros cuya arquitectura habitacional rompe toda norma ingenieril. Las casas son como verdaderos seres que quieren lanzarse al mar desde alturas increíbles.
Para las parejas, la noche porteña es un poema de amor que, cual piedra preciosa, lanza sus mensajes de cristal desde lo alto de los cerros. Si se trata de una luna de miel, Valparaíso es el lugar más adecuado para que este momento nunca se olvide.
En los próximos días llegará una gran cantidad de cruceros y muchos de estos turistas descubrirán por qué Valparaíso es tan famosa en el mundo. Bienvenidos.