domingo, agosto 26, 2007

Porteña buenamoza


"Porteña buenamoza, no me hagas sufrir más" dice una popular canción dedicada a nuestro puerto. Recuerdo que mi abuelo daba una explicación bastante cercana a la realidad para destacar las lindas piernas de las porteñas: suben y bajan escalas todo el día, un buen ejercicio para tornear bellas extremidades.


Las porteñas tienen ojos llenos de mar, su mirada es húmeda y serena. ¿Has visto una porteña mirando al mar? Sus cabellos revolotean con el infaltable viento, sus ojos se llenan de azul y su piel toma ese hermoso tono barquillo que tanto envidian las santiaguinas.


Pololear con una porteña es embarcarse en un viaje romántico por los balcones que pululan en los cerros, siempre mirando al mar. En esos lugares, en los que el verdor contrasta graciosamente con las espumas que las olas lanzan sobre las rocas, besamos esos labios ligeramente gruesos y salobres, y sentimos, a lo lejos, los graznidos burlones de las gaviotas.


Porteña, hermosa sirena robada al mar, dame tu mirada de peces y tu caricia de huiros, abrázame amorosamente para adormecerme en tus cálidos pechos y soñar contigo viajes a lugares ignotos por los senderos marinos.