domingo, enero 01, 2006

El maestro Soto

Si te paras en la plaza Aníbal Pinto, allí donde la calle Esmeralda cambia su nombre a Condell, y miras por dónde acceder al cerro, verás que hay dos subidas que se bifurcan a lo alto. La de la derecha es Almirante Montt, subida muy importante para mí ya que en ella vivía mi abuelo Florindo. La de la izquierda se llama Cummings. Quien bifurcaba estas dos subidas era una pérgola en la que damas y novios compraban sus ramos de flores.
Pues bien, al inicio de Cummings se encontraba la peluquería del maestro Soto. Allí se cortaron el pelo mi abuelo, mi padre y tíos, y quien escribe estas líneas.
El maestro Soto era un señor moreno, peinado a la gomina, muy callado, lo que contrastaba con sus otros dos colegas, quienes departían constantemente con los clientes sobre temas políticos y deportivos.
En este local, tapizado por fotos de diversos tipos -algunas no tan santas- se respiraba la veneración a Wanderers, el decano del fútbol chileno. Allí se preparaba la asistencia al siguiente encuentro deportivo, con la correspondiente vianda alimenticia y líquida que haría más grata la estancia en el estadio.
En este lugar se podía apreciar las fotos de todos lo equipos wanderinos que tejieron la historia del club más antiguo de Chile. El maestro Soto, tan callado como siempre, se volvía locuaz a la hora de responder preguntas sobre jugadores o anécdotas acaecidas en la cancha. Seguramente, el maestro Soto ya partió a ese otro mundo en el que, más de alguien, se cortará el pelo con él.
He escrito estas breves líneas porque, al iniciarse este 2006, vino a mi memoria para que yo dé cuenta de este hombre que, como tantos, escribe la intrahistoria de nuestro querido Valparaíso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A propósito de peluqueros, estudié en liceo nocturno Nº 2 de Playa Ancha el año 1963. Tuve un compañero de curso IV ó V hdes, que era muy compuesto siempre de corbata y ambo, le llamábamos Peñita ( también teníamos dos profes hermanos con este apellido, pero no eran parientes de él) Peñita gesticulaba para conversar era muy agradable compartir con él.
Además éramos vecinos en Uribe Cº Toro, atendía en su casa. Le gustaba una compañera muy rubia de apellido raro. Años después supe de ella que era profesional y trabajaba en el sector de la plaza Sotomayor. Pero Peñita se me perdió en las tinieblas. En un curso paralelo al nuestro estaba el Tiqui Tiqui, sí el mismo...
Al año siguiente, ambos el Tiqui y yo ingresamos a la institución que nos ocuparía por años.
Son recuerdos de juventud y de personajes que han sido importantes en nuestras vidas.
En el mismo liceo pero unos años antes, en el diurno, mi profe de castellano era don Claudio Solar.
Otro personaje autenticamente porteño y muy conocido. Si alguien comparte estos recuerdos nos pondremos en contacto más adelante.