sábado, diciembre 17, 2005

Sones marinos


Es abril y ya se escucha el redoble de tambores y pitos. Empieza la preparación para celebrar un año más de la gesta heroica de Prat. En el bandejón central de la Avenida Argentina, en el Parque Alejo Barrios o a orilla del mar, frente a la Escuela Industrial, jóvenes marchantes hacen sonar sus instrumentos con inusitada fuerza.
En Valparaíso aún se mantiene una tradición que bastante llama la atención del forastero. Cada Colegio o Liceo se prepara para la parada en que estos homenajearán a quienes ofrendaron sus vidas en la rada de Iquique, un 21 de mayo de 1879. Cada establecimiento que se precia tiene banda de guerra, premunida, a lo menos, de cajas o tambores, pitos y clarines. La mejor de todas, indudablemente, la del Colegio Salesiano que incluye una banda instrumental. Todos se esmeran por ser los mejores: tanto jóvenes como profesores instructores.
Los transeúntes observan giros, paso regular, conversiones a derecha e izquierda, posiciones firme y a discreción. Toda la jerga militar inunda el aire otoñal. Los muchachos asumen una postura seria, especialmente porque las niñas de algún Colegio les observan desde lejos. Son largos ensayos que, no obstante, motivan a cada uno de los componentes de la banda. Motivación que crece conforme la fecha del desfile se acerca.
El día previo al día fijado por la comandancia de la 1a. zona Naval, cada uno de los jóvenes se dedica a acicalar sus vestimentas e instrumentos. Con un paño y Brasso, diligentemente sacan relucientes brillos a cajas, pitos, hebillas y astas de estandartes. Todo se prepara con mucho cuidado para el siguiente día.
El día del desfile muestra, a primera hora, un Colegio nervioso y expectante. Los minutos pasan con lentitud hasta que se da la orden de formar. Allí, en el patio, alineados en posición firmes, oyen la arenga del Director antes de la partida. Sus familiares les observan orgullosos.
Se escucha la voz del Brigadier Mayor dando inicio al desfile que les llevará por las calles de Valparaíso, hasta llegar a un par de cuadras del hermoso monumento a los Héroes de Iquique. Poco a poco irán llegando Colegios y Liceos provenientes de los cuatro puntos cardinales del viejo puerto. Esperarán pacientemente a que se dé la orden de "marquen el paso, marrr". Entonces se inicia el gran día en que el Colegio mostrará a los porteños su gallardía y disciplina. Serán aplaudidos con entusiasmo, avivando aún más la llama de la tradición.
Una vez que se ha cumplido con la misión de mostrar a Prat que la gesta de él y sus hombres aún vive en el corazón de los porteños, los jóvenes iniciarán el regreso a sus respectivos establecimientos educacionales, haciendo alarde de que ese día crecieron un poquito más.
Regresarán al Colegio entre vítores y serán recibidos como soldados victoriosos después de la batalla. Desfilarán una vez más en el patio para satisfacer a ese público que les ha esperado pacientemente. Se guardará el estandarte hasta el siguiente año, cuando al inicio de abril se escuchen una vez más esos sones marinos y nos demos cuenta que Prat y sus hombres esperan su merecido homenaje, allá, en la Plaza Sotomayor.

1 comentario:

franhilz dijo...

Qué recuerdos!
Una vez desfilé por allí, tambor en la banda de mi colegio.

Adelante con tus posteos, porteño!